Albert Fausel ha arado durante décadas el fondo de los ríos que surcan Placerville en busca de oro. Pero la tarea nunca fue tan fácil ni el botín mayor como este año, gracias a las torrenciales lluvias que han bañado al estado de California.
Este año hay muchos lugares nuevos [para hallar oro]”, dice Fausel a la AFP con el agua a las rodillas.
Vestido con traje de neopreno y un esnórquel, comienza a excavar con una pequeña pala en una grieta en el fondo de un río aledaño a esa ciudad del condado de El Dorado, a unos 70kms de Sacramento, en el norte de California (oeste).
No pasan ni diez minutos cuando surgen las inconfundibles partículas brillantes mezcladas con la arena arcillosa.
La madre naturaleza ha hecho un gran trabajo con todas estas inundaciones (…) ha movido nuevos materiales”, exalta Fausel, de 42 años.
En sus manos una bandeja plástica en la cual minúsculos puntos dorados encandilan con el reflejo del fuerte sol de mediodía.
Es una pequeña cantidad de oro, pero está casi en la orilla”, sostiene, por lo que estima que en el medio del río debe haber “piezas más grandes”.
Fausel recoge su recompensa con una herramienta que asemeja una bomba de succión.
Este es un buen escondrijo”, dice antes de sumergirse de nuevo para seguir excavando.